domingo, 29 de noviembre de 2015

PROJECTE CANYET: MARCAJE DE BUITRES 2015



Otro año más (y, afortunadamente, ya van muchos) el equipo del Projecte Canyet ha realizado el anillaminento de los buitres. Cerca de cuarenta ejemplares pudieron ser encerrados después de varios días en los que las carroñeras decidieron no entrar al gran jaulón. Afortunadamente, el pasado jueves sí lo hicieron y el sábado (28 de noviembre) nos volvimos a juntar allí para ayudar en las tareas de colocación de marcas y anillas.


Las tareas del marcado.






Violeta sujeta la punta del ala mientras marcan al buitre.

"Que pase el siguiente" y Miguel lo lleva bajo el brazo.



Hay que sujetarlos bien.

Especialmente hay que asegurar el gran pico.


Y las garras.


Otro está ya en la "sala de espera".


Y no es el único. Patry trae otro.



Y vienen más.

El último paso es pesarlos. Marta y yo pesamos a este y el dinamómetro marcó 7,5 kg.

La mañana empieza fría (2-3ºC) y hay zonas con escarcha, pero el viento en calma y el intenso sol hacen que pronto suba la temperatura y la sensación no sea tan fría.

La población que hasta hace poco nidificaba en un solo punto se ha ido expandiendo (podríamos decir que los “niños” de Àlvar se han hecho mayores y se han ido de casa) y ahora anidan en otros puntos distintos.

Toma de datos de medidas alares y marcaje.



Anilla de metal, otra de PVC y las dos marcas esperan a este buitre.
Ninguna le causa la más mínima molestia.

Algunos de los buitres tienen historias curiosas como la de un ejemplar que desde aquí se fue hasta un parque natural cercano a Roma y que unos años después ha regresado a Mariola. O de aquellos que llegaron hasta Mallorca y se quedaron allí formando una colonia que fue la primera de las Baleares.

A ratos nos vemos sobrevolados por estas enormes aves planeadoras que parecen inmóviles ascendiendo por las térmicas. Algunas de ellas acaban de pasar por nuestras manos. Es una sensación gratificante.


Estas fotos forman parte de una historia diferente que ya contaremos otro día.


Hasta el buitre estaba contento


La mesa apenas está un segundo vacía.


El grupo de la Facultad de Veterinaria de la Universidad de Murcia tampoco ha faltado a la cita y han obtenido muestras de plumas, sangre y saliva de los buitres para nuevas investigaciones.


Extracción de sangre.

Toma de muestras de saliva.

Macro del ojo de un buitre.

Además de anillar a los buitres, hay que reemplazar las marcas alares de aquellos ejemplares que las tienen muy deterioradas. Afortunadamente de casi todos estos últimos se han ido obteniendo fotos con anterioridad y Àlvar ya las lleva preparadas.


Hay que destacar el esfuerzo del equipo del Canyet con los dos Àlvar (padre e hijo) al frente, que a pesar de los problemas que van surgiendo, siguen llevando a adelante este proyecto de asegurar la reintroducción del buitre leonado en estas tierras. También quiero agradecerles la cordialidad con que siempre nos acogen y desear que esta del Canyet sea la semilla de una extensa recuperación del buitre leonado por estas tierras, como así está ocurriendo.

Àlvar (padre) comprobando los datos de las anillas.

Àlvar (hijo) preparando otro buitre para anillarlo.

Casi todo el grupo de hoy.

Y para finalizar un vídeo sobre la actividad. Como siempre, mejor verlo en HD y a pantalla completa.

Haz click en la imagen o aquí:  https://youtu.be/iI-x7m_RioA



También Miguel y Patry han hecho una entrada en su blog
http://elmochuelocurioso.blogspot.com.es

sábado, 14 de noviembre de 2015

LA QUE LO SIGUE, LO CONSIGUE


Amanece, que para un día como el de hoy, no es poco.

Aturdidos por las noticias de los brutales atentados en París, vamos al Algar para otra sesión de anillamiento, en un amanecer que deja ver nubes, especialmente en nuestro telón de fondo, la sierra de Bérnia. 

De nuevo estamos Toni, Violeta, Marta y yo montando cinco redes al amanecer. Aún andamos colocando la segunda cuando ya nos cae una curruca capirotada en la de al lado. Toni Mulet llega y se incorpora al equipo. Nos cuenta sus andanzas por las Azores y las Berlengas, historias de pardelas, islotes y atunes. Más tarde llega Pau.

Primeras capturas con las primeras luces.

Seguimos teniendo en la lista de “pendientes” al martín pescador. Después de un año con un número muy elevado de capturas de estas preciosas aves (quizás la sequía los ha concentrado aquí), Violeta quiere ver uno de cerca. Llevamos varios intentos en los que el blauet no cae en las redes. Lo vemos y lo escuchamos, pero no se deja atrapar. Pero por algo son animales, para ser libres.

Flor de ricino.


No pasa mucho rato cuando salta la primera sorpresa. Toni aparece escondiendo lo que acaba de extraer de la red. “¿A que no sabéis qué es?”

--Un martín.
--No.
--Un mosquitero Bilistado.
--No
--Un mosquitero de Hume.
--No.
--Un unicornio.
--No.
--¿Una agachadiza?

Premio. Es una agachadiza chica. Una ave pequeña, de colores crípticos y que muy pocas veces hemos podido anillar. Hay que poner una anilla especial (tipo “1”), hecha de un material más resistente al desgaste y a la corrosión, para evitar que se deteriore en el hábitat de la especie. Tomamos los datos, le hacemos unas fotos e intentamos hacerle alguna más al liberarla, pero la agachadiza parece tener hoy una agenda muy complicada y en cuanto le abrimos la mano, vuela y desaparece entre la vegetación.

Toni con la agachadiza.


Empieza la sesión fotográfica.

Violeta...

...Marta...

...yo...

La agachadiza.

Click, click, click.

Agachadizo para fotografiar a la agachadiza.

Siguen cayendo aves en las redes. Petirrojo, curruca capirotada, curruca cabecinegra, lavandera blanca, mosquitero común, verderón común… En el cielo aparecen algunas garzas reales y cormoranes grandes. También escuchamos a los picos de coral y a los mitos.

Tomando nota. Nos acompaña un rato Juan Miguel Mayor, padre de Guille.

En otra de las visitas a las redes salta otra sorpresa: un alcaudón meridional ha caído en la red. Hay que sacarlo con mucho cuidado porque su ganchudo y poderoso pico es como para tenerlo siempre lejos de los dedos. Lo mismo hay que hacer en las tareas de toma de datos y las fotografías.

Hay que sujetarle el pico para evitar problemas.





Cae también un bisbita alpino se engancha en la red para nuestra alegría. Debate: ¿por qué decimos “el” bisbita y no “la” bisbita? Un enigma para resolver. 


Conforme avanza la mañana, las nubes van cerrándose sobre Bérnia y la temperatura sube y empezamos a pensar ya en recoger las redes. Hay que echar un último vistazo y cuando pasamos a cierta distancia, ya sin esperanzas de anillar un martín pescador, un bulto de intenso color azul metálico intenta zafarse de las redes. 

“¡¡EL MARTÍN!!"

Violeta, Marta y yo echamos a correr mientras decimos esas palabras a gritos para estupefacción de una chica que pasaba por allí y que debe pensar que somos unos fans enloquecidos de algún famoso con ese nombre. Cuando regresamos ha decidido alejarse… por si acaso.

Bajamos a saltos hasta el río por si el blauet decide irse, pero todo sale bien y pronto lo tenemos en las manos. Violeta ha conseguido lo que quería. Lo anillamos, tomamos los datos y le hacemos fotos. Las caras de felicidad lo dicen todo.

¡Hemos conseguido el martín! Caras de felicidad.

Pero es Violeta la que más disfruta.


El martín siempre sorprende.


Un azul increíble.

Hemos conseguido una buena variedad de especies, haciendo planes futuros y volvemos muy satisfechos de la jornada. La agachadiza chica, el alcaudón meridional y, especialmente, el martín pescador, han sido las tres aves que más ilusión nos han hecho.

Y es que eso, la que lo sigue, lo consigue.





Ah, pero hay más.

Cuando salimos de Altea, en la zona de Cap Negret, salta otra sorpresa. Marta ve un ave que está sobre un árbol, junto a la carretera. Es negro con un collar blanquecino: ¡un mirlo capiblanco! Ni nos hemos fijado en qué árbol estaba para poder decírselo por teléfono a Toni. Increíble.

Mirlo capiblanco en Aitana.

El equipo de hoy.