domingo, 11 de septiembre de 2016

POR LOS HUMEDALES DEL SUR



Hoy, sábado, el plan es pajarear por las Salinas de Santa Pola y el sur de El Hondo así que tempranito ya nos encontramos Toni y yo frente a la Torre del Tamarit. 


Amanece sobre Santa Pola.

El Sol comienza a asomar entre unas nubes bajas y en las salinas hay un buen número de flamencos, acompañados de somormujos lavancos, zampullines chicos. Sobre la torre las gaviotas patiamarillas vigilan como señores feudales a los vuelvepiedras que se mueven en su base. Una garceta grande pesca dando zancadas, como si fuera una versión XXL de las garcillas bueyeras. Cigüeñuelas y avocetas buscan alimento al otro lado. Un grupito de gaviotas picofinas permanece concentrado como esperando a que amanezca de verdad.


Vuelvepiedras.

En El Pinet un par de docenas de avocetas nos recibe con elegante indiferencia sin molestarse en dejar de remover el fondo de la salina para buscar alimento, al igual que las pocas agujas colinegras que se mantienen algo alejadas. Al fondo se arreglan el plumaje para empezar el día varios alcaravanes y canasteras. Algún vencejo pálido nos sobrevuela con su vista ya puesta en volar al sur, llamado por el reloj de la migración. Cerca del hostal varios gorriones comunes van dando saltitos en busca del desayuno. Nosotros también tomamos un desayuno en el restaurante.

El cielo parece arder.


Charrán con el desayuno para su prole.


Avocetas (foto mediante digiscoping).

En la orilla, un par de gaviotas de Audouin parecen contemplar el inexistente oleaje o puede que a los charranes comunes zambullirse en busca de pececillos con los que alimentar a sus pollos que desde la isleta de la salina no paran de pedir comida, a pesar de ser ya muy grandes. Unos pocos flamencos remueven con sus patas en fondo para que los pequeños invertebrados de los que se alimentan abandonen el limo y pasen a quedar atrapados en el filtro que tienen como picos. Una de estas sorprendentes aves lleva anilla de plástico.

Flamenco con anilla.
A este mismo ejemplar lo vi el 13 de agosto en las Salinas de Calp.

De aquí nos vamos al sur de El Hondo (Vistabella y alrededores). Las golondrinas comunes son omnipresentes y la gran mayoría son colicortas, señal de su juventud. También hay muchos abejarucos, posados en los cables o volando, incluso directamente en el suelo, en busca de insectos de los que podemos ver numerosas libélulas, caballitos del diablo y mariposas tigre. Menos abundantes pero también muy llamativas resultan las nomeolvides (Utethelia pulchella) destacando con su colorido sobre la vegetación seca. 

Danaus chrysippus.


Utethelia pulchella.


Los estorninos negros hacen acto de presencia, tanto cerca sobre los cables como en la lejanía, en un variable bando en vuelo que parece un único ser vivo. Las abubillas recorren los campos en busca de insectos, con ese aspecto tan peculiar, acompañadas en ocasiones de lavanderas blancas y boyeras

Abejaruco.

Simetría a cuatro.


Llegando al overbooking.




Bolsa de estorninos.

En otro campo, un grupito de perdices rojas también busca alimento. De vez en cuando, levantan la vista por el paso de algún aguilucho lagunero que recorre el lugar después de llegar desde el interior de El Hondo, donde vuela un águila calzada. También varios cernícalos vulgares cazan por la zona.

Perdiz roja.

Conejo de monte.

Gaviotas.

Aguilucho lagunero.

Entre la vegetación canta el buitrón y el carricero común mientras que de uno de los azarbes vuelan el andarríos grande y el martín pescador, dejándose ver fugazmente a nuestro paso. Los moritos van y vienen y sospechamos que han encontrado un campo regado pero no sabemos por dónde estará. Varias tórtolas europeas, supervivientes de la media veda que acabará al día siguiente, también aparecen y van al suelo en busca de comida. También, saliendo del cañar, unos pocos conejos se atreven a ponerse al descubierto. Las cogujadas comunes cantan y se mueven por las zonas más secas mientras que las más frescas son visitadas por la urraca. Dos garzas reales vuelan hacia El Hondo, con ese aleteo pesado y el cuello plegado que les caracteriza.

Moritos.

Al final, cuando ya íbamos a por un más que merecido (y necesario) refrigerio, encontramos el campo regado al que acudían los moritos. Estamos junto a la carretera de Dolores y el campo de alfalfa parece un mosaico blanquinegro. Moritos y garcillas bueyeras lo tienen totalmente copado y están pegándose un buen banquete de insectos e invertebrados. No paran de picotear y deambular y no prestan atención al paso de nuestro coche ni de ningún otro. Por lo menos, uno de los moritos está anillado, pero no podemos leer la anilla.

Moritos y garcillas bueyeras en campo encharcado.


Ni se inmutan.



Los coches pasan y las aves siguen a lo suyo.

Todo un espectáculo en blanco y negro.








También las lavanderas boyeras (no menos de 50) están dándose un atracón. Justo al otro del camino hay un grupito de 5 andarríos bastardos que apenas sobresalen entre la alfalfa. Después veríamos un pito real parado en mitad del camino dispuesto a tomar su parte del festín.

Andarríos bastardos.

Lavandera boyera.

Riego "a manta".


Con eso, y con el fallido refrigerio que al final nos podemos tomar (y que los pájaros no nos dejaron), prácticamente ya terminamos la jornada.





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