jueves, 30 de agosto de 2012

DÍA MUNDIAL DE LOS BUITRES




El 1 de septiembre se conmemora una jornada dedicada a los buitres, las aves carroñeras que eliminan los restos de animales muertos y evitan así las epidemias en la naturaleza. En el mundo existen 22 especies repartidas por todos los continentes, excepto por las regiones polares y Oceanía.





El mayor de ellos es el Cóndor Andino (Vultur gryphus), con una envergadura alar superior a los tres metros y veinte centímetros y un peso que puede oscilar entre los 8 y 15 kg mientras que su “pariente del norte”, el Cóndor Californiano (Gymnogyps californianus) es uno de los seres vivos más escasos y amenazados del mundo. De hecho, en 1982 sólo quedaban 21 ejemplares en libertad.



En España tenemos la fortuna de seguir disfrutando de buenas poblaciones de buitres (como la del refugio de Rapaces de Montejo -ver-), a pesar de que se está volviendo a observar una disminución en el número de ejemplares. Los buitres “españoles” que podemos ver son el Buitre Leonado (Gyps fulvus), el Buitre Negro (Aegypius monachus), el Quebrantahuesos (Gypaetus barbatus) y el Alimoche Común (Neophron percnopterus), este sólo en verano, cuando llega desde África para anidar. De forma irregular también se observa algún ejemplar de Buitre Moteado (Gyps rueppellii) especialmente en el Estrecho de Gibraltar, durante los pasos migratorios, aunque también ha visitado otros lugares como las tierras alicantinas.






En Alcoy, el Projecte Canyet, que se inició en el año 2000, ha conseguido recuperar una colonia de Buitres Leonados desaparecida hace muchos años. En la actualidad, la colonia tiene más de 80 “vecinos”.

Estas aves son auténticos sanitarios del medio ambiente. Las actuales políticas de retirada de cadáveres de animales ha puesto (otra vez) su futuro en peligro. Por un lado, las autoridades decretan leyes para su supervivencia y, por otro lado, otras directivas que comprometen su alimentación.


Ojalá este día sirva para que se haga una política eficaz para conservar a estos magníficos animales.


Todas las fotos están hechas en el Refugio de Rapaces de Montejo y corresponden a Buitres Leonados.

miércoles, 22 de agosto de 2012

Cómo hemos cambiado... (II)

Playa de La Albufereta (Alicante)


Otro “viaje en el tiempo” al que esta vez hemos asistido Diego Escolano y yo para comprobar el cambio ocurrido de la Playa de La Albufereta. La más antigua es de los primeros años de la década de los sesenta del año pasado y la otra de esta mañana. Las fotografías hablan por sí solas: el cambio es más que evidente. En la imagen antigua (esta vez también propiedad de Diego) se ven los inicios de lo que sería la urbanización “en serio” de toda La Albufereta y que se extendería a La Condomina, el Cabo de las Huertas y la Playa de San Juan, prácticamente toda la zona costera norte del municipio de Alicante.

La Playa de La Albufereta hacia 1960.

En la foto faltan los grandes edificios de la zona más inmediata a la Serra Grossa, como el Edificio “Vistamar” (conocido popularmente como “El Barco” –ver-) o la carretera que asciende a la montaña para una (afortunadamente abortada) urbanización con hoteles y un casino o, más recientemente, como emplazamiento propuesto para la Casa del Mediterráneo (idea igualmente rechazada) y actualmente cerrada a los vehículos.

Montaje superponiendo las dos imágenes

Imágenes finales

La primera línea de la playa era mucho más “suave”, con menos construcciones y de menor volumen. Eso sí, los alicantinos y visitantes ya disfrutaban de la playa de La Albufereta, como en la actualidad, pero ahora sin esos modelos automovilísticos (un Renault Gordini) que, además, tampoco podríamos estacionar en el lugar de la foto.

Os animo a buscar las “siete” diferencias (seguro que os salen muchas más) entre las fotos.


Fotos: Diego Escolano y mías.

jueves, 16 de agosto de 2012

CÓMO HEMOS CAMBIADO



El pasado día 15 fui con Diego Escolano y Javier García a hacer una especie de viaje en el tiempo. Diego tiene una magnífica colección de fotos antiguas de la zona de La Condomina, La  Albufereta y alrededores que tiene el valor añadido de mostrarnos cómo eran esos lugares hace varias décadas.

En concreto, usamos una foto que le hizo a su abuelo un amigo a principios de la década de los sesenta del pasado siglo. En ella se ve cómo empieza el horizonte de La Albufereta a llenarse de construcciones, incipiente preludio de lo que podemos ver hoy en día.

La foto original. Tomada a principios de la década de los sesenta del siglo pasado.

Identificando los puntos reconocibles.

Primero localizamos el lugar de la costa, en la misma orilla, donde aparece el abuelo de  Diego para poder repetir la foto desde ese mismo punto. Y nos encontramos con la primera gran transformación: ese lugar no existe, está sepultado bajo miles de metros cúbicos de tierra, en una explanación de más de 24.000 m2.

Ese tramo de costa en el que el abuelo de Diego está sentado, fue el lugar elegido en 1973 para la construcción de un puerto deportivo (y construcciones aledañas) y el proyecto fue detenido por la Dirección de Costas a principios de los ochenta. La obra se había estado desarrollando durante algún tiempo y se construyeron dos espigones, iniciándose el relleno del espacio comprendido entre ambos cuando se ordenó la paralización de la actividad. La inmediata playa de La Almadraba sufrió el impacto de los espigones y perdió su arena y la renovación de sus aguas. El proyecto sigue igual desde entonces, con el proceso legal concluido, pero sin ninguna decisión tomada.

Superposicion de las imágenes, usando los puntos de referencia reconocibles

Localizado el punto de la toma, la repetimos tratando de ajustar el ángulo de la imagen original al de la actual. No es fácil, porque algunos de los puntos de referencia han “desaparecido” al construirse edificios delante de ellos. De todas formas, creemos que hemos conseguido un resultado bastante acertado.



Podéis ver, cómo hemos cambiado.


Fotos: Diego Escolano y mías.

jueves, 9 de agosto de 2012

FOTOGRAFÍA NOCTURNA


La fotografía nocturna es una modalidad de la fotografía en la que se incrementa la creatividad y se prueban los conocimientos técnicos sobre la luz y sus cualidades. Es además una actividad que suele ser divertida, especialmente si hace en grupo.

Anoche fui, una vez más, con mis buenos amigos Raúl González y Alfonso Lario, a hacer fotos nocturnas a la Ermita Nova del Chapitel, en el río Monnegre. Tras llegar al lugar, lo primero que hicimos fue una preliminar y rápida inspección exterior de la construcción e, inmediatamente, cenar (que lo que va davant, va davant) mientras esperábamos a que oscureciera más. Pudimos escuchar cómo cantaba un autillo y observar el paso de un murciélago de buen tamaño, mucho mayor que los pipistrellus.

Buscando puntos de vista. Foto: Raúl González

La mezcla de alta temperatura y alta humedad ambiental creó un ambiente de bochorno. Las nubes iban tapando a ratos las estrellas y daban al cielo un aspecto lechoso que no nos venía bien pero, es lo que hay y no se puede modificar, así que toca intentar sacar el máximo provecho de la situación. La Luna no aparecería hasta poco antes de la una de la madrugada.

Todo lo contrario nos encontramos en la anterior salida “a nocturnas” que hicimos en Marzo en La Carrasqueta y en la que contamos con un frío pelón y un cielo despejado y tan estrellado que, como hizo Dave Bowman en 2001: una odisea del espacio, pudimos decir "Dios mío, está lleno de estrellas."

Otra vez, en el Monnegre pero más aguas arriba, mientras preparábamos las cámaras, fuimos atacados por una persistente nube de insectos, quizás atraídos por la luz de los frontales.

Cada salida es diferente.

Ingredientes fundamentales para hacer este plato:

-Cámara réflex (con objetivo, claro)
-Trípode (que merezca llamarse así)
-Cable disparador (de cable o remoto)
-Flash (con pilas)
-Linterna (con pilas, claro), si es frontal es más cómoda.

Y a partir de ahí, un montón de cachivaches más, a gusto del consumidor.

Las primeras pruebas se hacen con ISO muy alto (en mi caso probé con ISO 12800) y ayudan a componer bien la imagen y comenzar a hacer los primeros cálculos de por dónde irá la exposición adecuada para obtener una imagen correcta. No nos preocupa el resultado en esta fase: son fotos para borrar.

Algunas de las pruebas

Aprovechamos para asegurar que el horizonte está nivelado, con ayuda de un nivel de burbuja (algunas rótulas los llevan o con uno de mano) o electrónico si la cámara dispone de él.

Se ajusta el enfoque de forma manual (si se hace en AF hay que acordarse de quitarlo una vez esté enfocada la foto, para evitar que en el siguiente disparo vuelva a empezar a buscar el foco) enfocando el punto de central (o el sujeto central) con ayuda de una buena luz (linterna potente, puntero láser, etc.) y usando el modo más largo del objetivo para precisar más el enfoque.

Se apuesta por un diafragma en el que tengamos buena calidad (el que sepamos el que mejor más rinde el objetivo que usamos) y que nos proporcione una adecuada profundidad de campo. Usamos varios, aunque nos decantamos por f 7,1 o los más inmediatos.

La ermita. Color desaturado.

Bajamos la sensibilidad de la cámara de esos 12800 que seleccionamos para las pruebas a ISO 320, un valor que no añadirá apenas ruido (ruido electrónico en la imagen que parece “nieve” y que se produce con ISO muy altos, no el de los mecanismos de la cámara) en la imagen y que nos permite acortar el tiempo de las exposiciones.

También hay que corregir la temperatura de color, fijándola yo en este caso en 2500K (la más baja que me permite mi cámara) a fin de que los blancos de la imagen sean de verdad “blancos”. Esto hace que la luz de los flashes que utilizaremos salga de un marcado tono azul, por lo que hay que recurrir a colocar filtros cálidos (la gama de los rojos) en los flashes, para equilibrar la luz y que el resultado sea blanco o muy cercano al blanco.

La ermita nova del Chapitel y la casa del capellà. Color desaturado.

Cuando estos parámetros están ajustados hay que comprobar que además tengamos la cámara debidamente configurada con reducción de ruido adecuada, el espejo inhabilitado (o no, para exposiciones largas no es necesario), reducción en ISO alto y algunas cosillas más.

Y, entonces, hacemos ya la primera foto. De acuerdo a los cálculos hechos previamente, la exposición tendrá una duración determinada. Si no hemos hecho los cálculos porque no sabemos cómo hacerlos o por pura pereza, podemos escoger un tiempo de exposición y comprobar si nos hemos pasado o nos hemos quedado cortos.

Durante el  tiempo que dura la exposición (en el caso del que hablamos fue de entre 5 minutos y medio y 6 minutos y medio) aprovechamos para darle con el flash (lo que llamamos “pintar”) a los elementos, en este caso, la ermita y el caserón adjunto, en cantidad y dirección adecuados. Podemos pasar tranquilamente por delante de las cámaras mientras están exponiendo porque (a causa de la ínfima luminosidad de la noche) no vamos a aparecer, pero mucho ojo a las luces que podamos llevar (no confundir con “no tener luces”)  como el piloto del flash, linternas, móviles, etc. porque éstos sí salen en la foto.

Es fácil que ante tantas cosas que puedan salir mal, algo salga mal (Murphy dixit): el flash no se dispara o lo hace cuando le apetece, la cámara no acaba nunca de procesar la imagen, se acaba repentinamente la batería, un avión cruza el cielo dejando una línea luminosa, etc.

Como hay que esperar que transcurra el tiempo de exposición y el del procesado de la imagen en la cámara, siempre hay tiempo para hacer alguna tontería.

Sin comentarios.  Foto: Raúl González

Cada sesión de fotos nocturnas ha contado con sus anécdotas y vivencias que algún día habrá que recopilar y publicar pero que son tan importantes (yo creo que más) que el resultado final. 




Fotos: Raúl González, Alfonso Lario y mías.





lunes, 6 de agosto de 2012

El sueño de la razón produce monstruos


El sueño de la razón produce monstruos 
(título de un grabado de Francisco de Goya de 1799)




Hoy, 6 de agosto nos hemos despertado mirando al cielo. A muchos millones de kilómetros de nuestro planeta, sobre la superficie de Marte, se posaba la sonda “Curiosity” después de ocho minutos de vértigo en los que debía decelerar de 20.000 km/h a 0. Un prodigio de la ciencia, resultado de muchos trabajos científicos y de ingeniería, destinados a buscar respuesta a la pregunta de ¿estamos solos en el universo?, es decir, a buscar vida (microbiana, todo lo más) en ese planeta o tratar de encontrar indicios de que alguna vez la hubo. Saber si hay más vida en otros planetas sería la noticia más importante de la civilización. Dejaríamos de mirarnos como el ombligo del universo, tocados por un dedo celestial, y elegidos para ser el único mundo vivo.

Recreación del Curiosity analizando suelo marciano (NASA)

Otro 6 de Agosto, pero de hace 67 años, casi a la misma hora, también había gente que miraba al cielo en Hiroshima. Hubo un destello cientos de veces más brillante que el Sol y luego, en palabras de los supervivientes, el aire ardió. El bombardero estadounidense Enola Gay había dejado caer una bomba atómica sobre el centro de la ciudad (sin destacado valor estratégico), dejando instantáneamente decenas de miles de muertos, que aumentarían trágicamente en los años siguientes hasta llegar a los 200.000. El cielo acogió a aquel siniestro hongo mortal. Tres días después, volvería a ocurrir lo mismo en Nagasaki.

Hongo nuclear sobre Nagasaki (USAF)

La misma ciencia que busca vida en Marte, acabó con la que había en Hiroshima.

Esa vez la razón, que estaba soñando, produjo monstruos.


Imágenes libres de derechos.

jueves, 2 de agosto de 2012

¿POR QUÉ SIGO HACIENDO FOTOS?



Hace un tiempo hice una entrada en este blog con el título de “¿Por qué hago fotos?”, una pregunta con una compleja respuesta. Hoy quiero dar unas pocas pinceladas más referidas a este tema.

Algunas veces nos sorprendemos ante la belleza de alguna foto de un lugar paradisiaco y remoto. Esa primera impresión nos desborda y decimos “qué fotaza” pero, una vez hemos superado ese mini acceso de síndrome de Stendhal, puede que comprobemos que una cosa es el paisaje y otra muy distinta la forma en que lo ha sabido plasmar el fotógrafo.

Holy Island (Reino Unido)

Desde luego un buen sujeto ya da muchas posibilidades al trabajo del fotógrafo pero es una buena idea exprimir el jugo de todo lo que tenemos. Para ello, deberemos utilizar nuestro “ojo fotográfico” ese sentido extra para poder descubrir qué hay para fotografiar y cuándo y cómo será la mejor forma de obtener esa imagen. Comprobar por dónde llega la luz (y cuándo lo hace) será una de las primeras preguntas a las que habrá que encontrar respuesta. Estudiar los fondos, los elementos principales y secundarios, la posibilidad de usar otras iluminaciones o filtros, el mejor ángulo de toma, el momento… será un nuevo examen de nuestros conocimientos.

Grupo de Frailecillos en Farne Islands (Reino Unido)

Unas veces “vemos” la foto en cuanto estamos delante. La buscamos y descubrimos dónde se encuentra. Y sabemos, en cuestión de segundos, cómo la vamos a hacer. Hemos calculado el momento, la iluminación, la composición, la exposición… Hay ocasiones, en cambio, que a primera vista no vemos nada que llame nuestra atención y que merezca hacerle una foto. Es cuestión de insistir, de volver a mirar y de imaginar. Es posible que no hagamos ni una foto, o que ni siquiera saquemos la cámara de la mochila, pero también es cierto que la imagen puede aparecer repentinamente en el lugar más insospechado y con un sujeto que jamás hubiéramos supuesto.

La idea era ir cerca de La Carrasqueta para fotografiar girasoles

No había ninguno, pero sí unos llamativos cardos.

Mientras buscaba cardos "fotogénicos" me encontré por sorpresa con esta mariposa Macaón y pasé el resto del tiempo con ella


Y ese proceso, repetido y analizado, hará que nuestras imágenes sean mejores desde el punto de vista técnico y que, a la vez, lleven nuestra “marca” personal, ese estilo que andamos siempre tratando de definir y que es esquivo y voluble. Será un tiempo de perfeccionamiento que difícilmente tendrá establecido en su duración (no es “aprenda todo sobre hacer fotos en cinco lecciones”) porque, para muchos, la curiosidad de lo nuevo y de los retos a resolver son unos acicates de carácter vital. Nos complicaremos la vida tratando de obtener esa imagen cómo ya la hemos esbozado en nuestra mente, buscando que el resultado sea lo más fiel posible a lo que pretendemos hacer. Y este no tiene porque ser un proceso aburrido. Muchas veces los errores se ven disipados por el ambiente de ir descubriendo los fallos y aciertos en esas jornadas con amigos. 

Preparándonos para unas fotos nocturnas en La Carrasqueta.

Porque hacer fotos es también una forma de mostrar un mundo con la aplicación personal y única de conocimientos y sensibilidad, algo que cada uno hacemos de forma distinta, con el recuerdo de obras y autores que nos inspiran y que, en mayor o menor medida, también nos influencian, pero a los que no debemos copiar (¿qué sentido tendría copiar lo que ya han hecho otros?,  ¿para qué?), sino aprender de sus trabajos y saber transformarlos en nuestra forma de ver lo que nos rodea, que eso es lo que buscamos, la interpretación artística y personal de aquello que vemos.



Pero también es un proceso que algunos se toman a pecho, con imágenes de una sobriedad propia de El Greco, sin ningún guiño a la sorpresa y menos todavía al humor, convirtiendo esas imágenes en un documento serio, lejos de cualquier leve interpretación diversa y divertida.

¡Trae más pan, que le gusta!
Benito y Alfonso fotografiando un cisne al que atrajimos con pan. Berwick-upon-Tweed (Reino Unido)

Es difícil hacer una foto que transmita claramente humor, probablemente mucho más que otra que sólo muestre esplendorosos retratos o paisajes. Y debe ser así porque (si no contamos los montajes con Photoshop) apenas se ven fotos divertidas en galerías y webs, imágenes con equívocos, con ganas de hacernos reír. ¿Nos hemos vuelto más serios? ¿Las fotos divertidas no son “de profesional”? Quién sabe.

¿Qué tiene Don Pelayo en la mano? 
Estatua en Cangas de Onís (Asturias)

Los recortes llegan hasta  las calles.
Avenida Costablanca (Alicante)


Deja que me ría

Cada uno es libre, desde luego, de hacer las fotos que quiera. Yo prefiero fotografiar con mi idea (equivocada o acertada) porque me gusta plasmar mi punto de vista. No quiero esperar que quien vea la imagen la aplauda (si lo hace: gracias sinceras) y si no recibe parabienes, no la retiro de la circulación y la condeno a la mazmorra digital de una carpeta de un disco duro. Sabiendo que la foto es técnicamente correcta (por lo menos hasta dónde he podido), la publicaré, porque sencillamente a mí me gusta (y me da la gana, que también es importante) pero no la esconderé por si no gusta o puede recibir comentarios desfavorables.

Actriz del grupo de teatro Cambra Teatre, en la representación de "25 de mayo: la tragedia olvidada", de mi amigo Miguel Ángel Pérez Oca. Disparada a baja velocidad y con ISO 800 para no usar el flash, tuve que esperar, tras observar sus movimientos, a un instante en el que permanecía más quieta y debajo de los focos.


Pero lo que verdaderamente me gusta de la fotografía es el reto de buscar e imaginar lo que quiero plasmar y cómo quiero hacerlo, buscando extraer a esa escena o sujeto mi impresión y su alma.

A ver qué hay por este lado... St. Abb's Head (Escocia)


Que lo consiga o no es otra cosa, pero persevero con esa intención.